
En más de una ocasión nos ha pasado que nos hemos visto superados por nuestras circunstancias (familia, trabajo, estudios, etc.), una vida/sociedad que no nos da un respiro, que marca un ritmo exagerado en bucle del que no podemos salir, y hemos llegado a pensar en tirar la toalla.
Puede que en otra ocasión hayamos sido partícipes de una situación traumática para nosotros (pérdida de un ser querido, maltrato, accidentes, etc.), que nos haya dejado marcados con una huella con la que nos es difícil seguir hacia delante.
Hemos podido, incluso, llegar a pensar que todo está perdido y que va a ser imposible salir de esa situación.
Dentro de este contexto, nos encontramos con un término que viene alzando la voz durante los últimos años, nos referimos concretamente a la Resiliencia.
¿Resiliencia?… ¿Resistencia? No vamos muy mal encaminados.
La resiliencia es la capacidad de superar situaciones que para nosotros/as han sido traumáticas, que nos han marcado duramente en nuestras vidas y que hemos sido hábiles para afrontarlas y superarlas. Las personas que adquieren esta capacidad no quiere decir que sean inmunes a situaciones adversas sino que son capaces de recuperarse en las experiencias desfavorables.
Este término o esta capacidad, nos hace ver cómo podemos entender las situaciones adversas como una oportunidad de superación. Nos da la capacidad de demostrarnos a nosotros mismos que podemos reforzar nuestra personalidad o nuestra forma de ser.
La American Psychological Association (APA), en sus últimos estudios relacionados con esta temática, nos muestra diez formas de construir la resiliencia que, desde nuestro Gabinete Psicopedagógico “Rocío Rosso”, nos gustaría compartir con vosotros/as:
- Establecer buenas relaciones con familiares cercanos, amistades y otras personas importantes en tu vida. Algunas personas también perciben que pertenecer a un grupo social u organizaciones religiosas les ayuda a fortalecer su resiliencia, en cualquier caso, son buenas opciones, siempre que no nos generen una obsesión o la pérdida de toma de decisiones propias.
- Evitar ver las situaciones desfavorables como obstáculos insuperables. Nosotros no podemos evitar que ocurran situaciones que nos produzcan tensión o estrés, pero sí podemos cambiar la forma de verlas e interpretarlas. Debemos de intentar no solo centrarnos en el presente sino mirar más allá y pensar que en un futuro las cosas pueden mejorar.
- Aceptar que el cambio es parte de la vida. Ocurre que tras las situaciones adversas nos cueste más vislumbrar aquellas metas que nos propusimos en su día. En ese caso, es necesario aceptarlo para poder darnos la oportunidad a nosotros mismos de centrarnos en lo que sí es posible.
- Dirigir nuestras acciones hacia las metas. Debemos desarrollar metas que para nosotros sean realistas. Es necesario centrar nuestra atención en cosas que podemos lograr hoy y que nos ayuden a caminar en la dirección que nos hayamos propuesto.
- Llevar a cabo acciones decisivas. Tomar decisiones es mejor que ignorar los problemas y desear que desaparezcan.
- Buscar oportunidades para descubrirnos a nosotros mismos. Debemos ser conscientes que de todo se aprende, por ello, entre las situaciones adversas por las que estemos pasando podemos buscar la oportunidad de aprender algo sobre nosotros mismos y sentir que estamos creciendo a nivel personal.
- Cultivar una visión positiva de nosotros mismos. Una de las cosas que ayuda a que creemos nuestra capacidad de resiliencia es la confianza en uno mismo. Debemos de confiar en nuestras posibilidades de poder resolver el problema. Desarrollar, en definitiva, un autoconcepto y autoestima real de nosotros mismos.
- Mantener las cosas en perspectiva. Hay que intentar no agrandar el problema fuera de su proporción, aun cuando nos enfrentemos a eventos muy dolorosos. Debemos tratar de considerar la situación en un contexto más amplio y mantener una perspectiva a largo plazo.
- Nunca perder la esperanza. “La esperanza es lo último que se pierde”. Aquí entra en juego el positivismo, pues puede ayudar a que ocurran cosas buenas, es mucho mejor visualizar lo que uno quiere en vez de preocuparse por lo que tememos.
- Cuidarse de sí mismo. Es fundamental que prestemos atención a nuestras necesidades y deseos, de esta forma podremos encontrar actividades que nos resulten relajantes, con las que podamos disfrutar y cambiar nuestro pensamiento de manera positiva. También es bueno realizar ejercicio físico para poder tener la mente y el cuerpo listo para enfrentarnos a situaciones que requieren resiliencia.
En definitiva, las personas logran adaptarse a las situaciones que cambian dramáticamente su vida, pero la capacidad de resiliencia es algo que se desarrolla con el paso del tiempo y el esfuerzo para poder superar la adversidad que les rodea.
Recuerda, teniendo en cuenta lo que has vivido, y sin menospreciar la dureza y el sufrimiento de muchas situaciones, se puede salir adelante.
Si en el camino te sientes sobrepasado el Gabinete Psicopedagógico “Rocío Rosso” puede ayudarte y conseguir que vuelvas a estar bien, con estrategias que se adaptan a tus necesidades, tus tiempos y tus circunstancias.